26/10/07

Sí. Ahí estaba yo, ahí mismo. En la misma puta parada de siempre, esperando al mismo puto autobús. La línea 7, ya sabes. Tarde de cojones a la entrevista de trabajo. Como siempre. Empezaba a preguntarme si tendría algún sentido ir cuando apareció. Joder, tío, no me lo esperaba y me llevé un susto de muerte, ¿lo entiendes? Ya me conoces, no voy lloriqueando por ahí, no soy un marica de ésos. Mucho hablar, y luego...

Bueno. A lo que voy. Se me acerca el tío por la espalda, y empieza a hablarme. Metro ochenta, veintipocos años y barba de tres días. Iba hecho mierda, tío. Arrastraba las palabras o las escupía, le colgaba esa babilla, esa babilla blanca tan asquerosa, de las comisuras de los labios. Esa que mientras alguien te habla estás deseando que se relama pero nunca lo hace. Simplemente no ocurre. Sigue ahí.

Tenía toda la camiseta llena de sangre, tío. Sangre seca. Estuve a punto de gritarle que se largara.

Vete de aquí, puto yonqui de mierda.

Pero antes de decir nada, el tío se me abalanzó. Va y se me echa encima, agarrándome del cuello de la camisa, y empieza a soltarme gilipolleces. Una tras otra. Empieza a balbucear que si cáncer de hígado, que si le está hablando, le dice que haga cosas, detenme por favor, detenme. Haz algo joder. Y un montón de tonterías más. Pero empieza a darme miedo y. Y en fin, acabo soltándole una en mitad de la cara. Ya sabes. Para avisar. Para que quede clarito que a mí ningún tirao hecho-mierda se me tira encima. Le rompo la nariz, tío. Se la rompo y empieza a sangrar como un puto cerdo. Y se descojona, tío. Joder. Como te lo cuento. Joder. Joder, tío, créeme. No, tío, no. ¿Por qué iba a inventarmelo?

Se está partiendo el culo de risa, el puto cabrón chiflado y le grito, y qué coño te pasa, le digo, de qué vas, yonqui mamón, y dónde está tu madre, hijodeputa loco. Y sigue descojonándose y. Y de repente. Bueno, tío, da igual. Déjalo.

Ah, vale. Ahora quieres que siga. Mierda, tío. De repente se queda como muerto. Míralo todo en tu cabeza. Retén la imagen. El yonqui loco justo al lado de la carretera, tirado en la acera y yo sujetándole. Por los hombros. Y se queda mudo. Pone los ojos en blanco. Y su cara adopta una postura inexpresiva. Y cierra los ojos. Y cuando creo que se me ha desmaterializado en las putas manos. En mis putas manos, tío. Coge y coloca en su puta cara una mueca de enfermo, tío. Como una risa, pero de esas que se le hacen a los niños para asustarles. No, no se parecía a tu primo, tío. Es algo serio. Bueno, mira, una mueca y punto. Horrible. Vuelve a poner los ojos en blanco, y empieza a hablarme. Sí, otra vez. Pero no balbucea, ni tartamudea, ni nada. Lo único que queda que me recuerda a él es la babilla esa, la babilla blanca de las comisuras de la boca.

La puta babilla.

Empieza a hablarme y la voz suena rara, tío. Como a través de una radio, o un auricular telefónico. Yo que sé, tío. Rara y punto. Me está mirando y me suelta.

Llámame Joe, joputa.

Y me clava las manos, tío. Qué asco, joder. Lo primero que pensé. Cuándo fue la última vez que esté cabrón se lavaba las manos. Me daba pánico de cojones coger una infección. Las manos, tío, las manos. Me las clavó. Literalmente. Me abrió la piel y fue como si. Como si me agarrara los órganos, yo que sé.

Sí, cáncer. Cáncer de hígado, tío. Una señora me vió tirado en el suelo, sangrando. Llamó a una ambulancia, y aquí estoy. Me han analizado un par de veces, y resulta que tengo cáncer. ¿Que otro análisis por qué? Bueno, tío. No sé tú pero a la gente normal no suele ocurrirles que un yonqui esquizofrénico le hunda los dedos en la carne. Ya, ya sé que lo sabes. El chequeo fue hace dos semanas. Estaba bien tío, ni un puto resfriado. No digamos cáncer de hígado. El médico dice que no, pero yo lo tengo claro. Ese cabrón me lo pegó.

¿Cómo? El cáncer no se contagia, y menos vía cutánea... pero, ¿qué me estás contando, tío? Ese cabrón me dijo que el tenía cáncer, y ahora yo también lo tengo. Me lo contagió y me importa una puta mierda lo que digáis tú y ese jodido matasanos, ¿entendido?

Sí, tío. Una putada. Como encuentre a ese yonqui, lo mato. ¿Que donde está? Y yo que sé.

No, en el hospital no. Le pregunté a la señora. Y a los médicos. Le pregunté hasta al puto doctor loco ese que detuvieron esta mañana por utilizar con todos los pacientes la misma aguja sin esterilizar. Nadie me dijo nada. Había rastros de una sangre que no era la mía, eso seguro. Tuvo que irse corriendo, yo que sé. Pero es imposible, ¿vale? Imposible de cojones. Estaba hecho mierda, tío.

Hecho mierda, joder...

Testimonio de Dennis López Aguado, nacido en 1976 y encontrado muerto en su apartamento el 2 de Junio del año 2004. Se le consideraba sospechoso de participar en los atentados del 11 de Marzo del mismo año en el metro de Madrid. Bajo el frigorífico de la cocina de su apartamento, se encontraron varios kilos de Goma 2-ECO, alto explosivo (de la clase denominada vulgarmente dinamita) de fabricación española para uso industrial (sobre todo en minería) por la Unión Española de Explosivos, S.A. compuesto de nitroglicol, nitrato amónico, nitrocelulosa, ftalato de dibutilo y carbonato cálcico. En las paredes, escrito con sangre, el presunto terrorista había garabateado la siguiente inscripción: "Toma explosión demográfica." El cadáver estaba bañado en sangre, la cual manaba de una herida considerable situada bajo el pecho. Tras serle realizada la autopsia, pudo comprobarse que le había sido seccionada la piel y extraído el hígado. Las pruebas encontradas apuntaban a que fue el propio Dennis quien se lo extrajo con sus propias manos. Tras una búsqueda exhaustiva por parte de la policía científica en el apartamento de Dennis y alrededores, el hígado fue declarado oficialmente extraviado. Jamás fue encontrado en ninguna parte.

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