26/11/07

- El chico se suicidó, dice Méndez Santos, José, Inspector de Policía, sudando nicotina.
- ¿Cuál cree que fue el motivo, Inspector?, pregunta el Agente Gómez, inhalando toda la nicotina que suda el Inspector.
- No tiene puto sentido, continúa Méndez. ¿O se lo ve usted?
- No, señor Inspector, a decir verdad, no. No se lo veo, le lame el culo Gómez.
- Deje de lamerme el culo, Gómez, escupe el Inspector. Hablo enserio.
- Lo siento, inspector. Realmente no entiendo nada, balbucea Parodia de Agente de Policía Gómez. El chico acababa de conseguir el trabajo. Sus compañeros dicen que parecía bastante feliz, que hacía su trabajo con ganas.
- Debería usted concretar, Gómez, interrumpe Méndez. Yo también le echo ganas, maldita sea. Y no precisamente porque mi vida sea un puto anuncio de compresas.
- Eh... ¿Inspector?, pregunta perplejo Gómez.
- Olvídelo, Gómez, corta Méndez.
- Mire, así no vamos a ninguna parte. Muéstreme el inventario, tercia el Inspector de Policía José Méndez Santos. Serenidad y acritud es su mantra para hoy, día 13 de Noviembre, tricentésimo decimoséptimo (317º) día del año del Calendario Gregoriano y número 318 en los años bisiestos, quedando 48 días para finalizar el año, día soleado de Otoño, fresco como el aliento tras la presencia de la pasta dental y los caramelos de menta.
- ¿Qué había en la jodida jeringuilla, Gómez?, dice.
- Ni idea, señor, pero parece ser que fue tras inyectárselo al paciente (ahora en paradero desconocido), cuando se suicidó arrojándose al vacío, responde el Agente de Policía Gómez Bermejo.
- Es usted muy suspicaz, de eso no cabe duda, agente, se burla Méndez que no ha tenido un buen día hoy, ni tuvo un buen día ayer, y que a decir verdad, nunca lo tiene. Discúlpeme, Gómez, he tenido un mal día. Llévele las pruebas al forense y váyase a comer. Nos veremos en la comisaría dentro de un par de horas. Preséntese en mi despacho para entonces.

12/11/07

Tienes dos posibilidades. Dos putas posibilidades, y no bromeo. Estoy harto de que me tomes a coña, chaval. Esto no es un jueguecito. No es una puta película. Esto es la vida real y, aunque te joda, yo también soy real. Para ti tú eres el protagonista. Me parece estupendo, estrella. Pero yo soy el que da las órdenes aquí. Puedes jugarte el tipo. Jugártela y desobedecerme, y seguir tus convicciones firmemente y toda esa puta mierda. Pero también puedes ser inteligente. Puedes ser inteligente y darte cuenta de que, en realidad, todo eso no es más que mierda que te han vendido para rellenar el espacio [Ideología]. Ese hueco propenso al conflicto dentro de tu hueca cabeza. Eras tan perfecto como una ensalada sin aliñar, y ..., bueno, más bien como las patatas fritas de un restaurante de comida rápida sin el ketchup y la mayonesa. O un perrito caliente sin mostaza. Estabas incompleto, tío. Te faltaba la guinda, pastel.

Puedes ser inteligente, ya te digo. Abandona esa idea de servir al que peor te trata, lamer culos y todo eso, todo por la patria, mierda servilista y patética. Deja de ser un puto pusilánime, y hazlo. Coge la jeringuilla y hazlo de una puta vez. Extrae tu sangre. Inyecta tu sangre. No hemos venido hasta aquí para contarle las ovejas al hijoputa este. Quizá tu puedas permitirte perder el tiempo, pero yo no. Este es el Primer Ministro y está en coma, tú eres un parado de diecinueve años con cáncer, y yo soy un jodido hígado en decadencia cabreado, con muy poco que perder.

Este tío aprieta el botón cada día para que tú sigas mordiendo el polvo mientras él y su barriga, complementos imprescindibles de un despacho carísimo repleto de muebles de madera noble y ébano, invierten en bolsa y se van de viaje. ¿Para qué? Para desperdiciar su vida. Puedes considerarte afortunado. Al menos no pasas catorce horas leyendo la sección de deportes de todos los periódicos europeos y norteamericanos. Al menos tú vives. Te peleas con tus padres, te gritan que trabajes, lo intentas a desgana, pierdes el trabajo, sonríes y te jode, pero sonríes, otra vez a aguantar a los putos viejos, enciendes la tele, ves esa puta mierda, y apagas la tele, y te enchironas en tu cuarto o en algun puto bar hasta ponerte hasta el culo y olvidar que tu vida es una mierda, follas, le haces regalos a tu novia espontáneamente que ella agradece eternamente hasta que olvidas regalarle algo el día de su cumpleaños y contraes cáncer de hígado y tu hígado te habla. Estupendo. Todo eso puede ser genial o ser una putada, pero vives.

Y ahora te estoy pidiendo algo muy sencillo. Transplante de cáncer. Pero no te da la puta gana, ¿eh? Ni conmigo ni sin mí. Hazlo o redecoraré esta puta habitación con tus tripas. Cuando entre la enfermera no sabrá si se ha equivocado de habitación o es que acaba de entrar en un especial Gore de la Tate Modern. Enserio, sabes lo que te conviene.

Además, no quedará rastro de ti. Pienso pudrirlo todo. Nadie te va a echar la culpa, joder.
Vale. Vale, lo has captado. Poco a poco. Dentro de un par de horas mi voz será sólo un mal recuerdo.

Venga. Adentro de una puta vez. No intentes jugármela, estoy en la jeringuilla. Estoy en ti. Me iré de ti cuando hayas inyectado la otra parte de mí, sobrevivo de manera múltiple, la misma conciencia distinto cuerpo y no me jodas, porque si quiero, me quedo y revientas.

Estupendo. Sabía que no eras mal chico después de todo.