31/10/07

Sus ojos oscilaban y su mandíbula crujía y yo, reía. Reía por lo bajo, pero me reía, como cuando todo el mundo está mirando hacia todas partes buscando quien provocó esa inundación en el instituto atascando el váter del lavabo femenino.

Sus ojos oscilaban, su mandíbula crujía, yo me reía, y apareció un capullo que no tenía por qué estar allí, que no tenía que convertir el día del cumpleaños de su hijo en el último día de su puta vida. Y encima, sin posibilidad de despedirse. Ni siquiera un adiós. Ni au revoir. Ni bye, bye. Arrivederci. Auf wiedersehen. Nada de nada. Y apareció ese capullo, y tuvo que tocar al tipo desplomado de la mandíbula crujiente y ojos oscilantes, y yo tuve que abrir las puertas de par en par de una patada y decir: "Eh, joder, todo el mundo quieto, manos arriba, aquí mando yo, malditoshijosdeputa" y fue decirlo y que todo el mundo se callase, y nadie dijo nada, y eso es lo último que un hijo recuerda de su padre, y qué esperábais que hiciera.

No me iba a estar quieto, ni a renunciar, ni a consentir como me manosean y luego, luego nada. Luego enfermero. Un tipo de bata blanca y ya he logrado lo que quería, y las puertas abiertas. De una patada. De una puta patada. Su mandíbula cruje y yo me río. Me río por lo bajo, y en voz alta, me parto el puto culo.
Esto va para ti, colega. Si estás sólo. Si estás sólo y aburrido y hastiado y te mantienes en un estado semiconsciente conocido como duermevela, entonces, esto es para ti.

Porque, al menos en este instante, comprendes la fragilidad de todo. De tu vida. De tus posesiones. De tus relaciones sociales. De tus aciertos. Y de tus errores. Al menos en este instante, sabes que todo va a irse a la mierda. Vale. Ahora mismo, ahora mismo no. Puede que ahora no, pero comprendes la fragilidad de todo y sabes, por tanto, que algún día todo, absolutamente todo, va a irse a la mierda. Por una razón u otra.

Y vendrán los lloros, y los lamentos, y las canciones de cuna.
No me digas que no te avisé, porque estarías mintiendo. Esto iba para ti. Si estás sólo, aburrido y hastiado. Y si te mantienes en ese estado conocido como duermevela.

Eso, la pantalla, lo que ves reflejado. Cuando la apagas. Eso, eso es tu vida. Tu puta vida. Y tú aquí leyendo esta mierda. Desperdiciándola. ¿Sabes la cantidad de cosas que podrías estar haciendo? Desde leer hasta masturbarte, pasando por jugar al ajedrez o fornicar, si dispones de buena compañía. Hazme caso. Es pura basura. Podrías estar construyendo un puto castillo, si eres norteamericano y piensas que la Historia te ha estafado. Una catedral, si eres viejo, trabajador y estás jodidamente cansado de tu vida, pero aún te quedan fuerzas en los brazos, y ganas, muchas ganas.

Podrías estar haciendo todo eso, y bueno. Aquí estás. No pareces querer largarte y yo, bueno. No voy a estar insistiéndote eternamente. No merece la pena.

26/10/07

Sí. Ahí estaba yo, ahí mismo. En la misma puta parada de siempre, esperando al mismo puto autobús. La línea 7, ya sabes. Tarde de cojones a la entrevista de trabajo. Como siempre. Empezaba a preguntarme si tendría algún sentido ir cuando apareció. Joder, tío, no me lo esperaba y me llevé un susto de muerte, ¿lo entiendes? Ya me conoces, no voy lloriqueando por ahí, no soy un marica de ésos. Mucho hablar, y luego...

Bueno. A lo que voy. Se me acerca el tío por la espalda, y empieza a hablarme. Metro ochenta, veintipocos años y barba de tres días. Iba hecho mierda, tío. Arrastraba las palabras o las escupía, le colgaba esa babilla, esa babilla blanca tan asquerosa, de las comisuras de los labios. Esa que mientras alguien te habla estás deseando que se relama pero nunca lo hace. Simplemente no ocurre. Sigue ahí.

Tenía toda la camiseta llena de sangre, tío. Sangre seca. Estuve a punto de gritarle que se largara.

Vete de aquí, puto yonqui de mierda.

Pero antes de decir nada, el tío se me abalanzó. Va y se me echa encima, agarrándome del cuello de la camisa, y empieza a soltarme gilipolleces. Una tras otra. Empieza a balbucear que si cáncer de hígado, que si le está hablando, le dice que haga cosas, detenme por favor, detenme. Haz algo joder. Y un montón de tonterías más. Pero empieza a darme miedo y. Y en fin, acabo soltándole una en mitad de la cara. Ya sabes. Para avisar. Para que quede clarito que a mí ningún tirao hecho-mierda se me tira encima. Le rompo la nariz, tío. Se la rompo y empieza a sangrar como un puto cerdo. Y se descojona, tío. Joder. Como te lo cuento. Joder. Joder, tío, créeme. No, tío, no. ¿Por qué iba a inventarmelo?

Se está partiendo el culo de risa, el puto cabrón chiflado y le grito, y qué coño te pasa, le digo, de qué vas, yonqui mamón, y dónde está tu madre, hijodeputa loco. Y sigue descojonándose y. Y de repente. Bueno, tío, da igual. Déjalo.

Ah, vale. Ahora quieres que siga. Mierda, tío. De repente se queda como muerto. Míralo todo en tu cabeza. Retén la imagen. El yonqui loco justo al lado de la carretera, tirado en la acera y yo sujetándole. Por los hombros. Y se queda mudo. Pone los ojos en blanco. Y su cara adopta una postura inexpresiva. Y cierra los ojos. Y cuando creo que se me ha desmaterializado en las putas manos. En mis putas manos, tío. Coge y coloca en su puta cara una mueca de enfermo, tío. Como una risa, pero de esas que se le hacen a los niños para asustarles. No, no se parecía a tu primo, tío. Es algo serio. Bueno, mira, una mueca y punto. Horrible. Vuelve a poner los ojos en blanco, y empieza a hablarme. Sí, otra vez. Pero no balbucea, ni tartamudea, ni nada. Lo único que queda que me recuerda a él es la babilla esa, la babilla blanca de las comisuras de la boca.

La puta babilla.

Empieza a hablarme y la voz suena rara, tío. Como a través de una radio, o un auricular telefónico. Yo que sé, tío. Rara y punto. Me está mirando y me suelta.

Llámame Joe, joputa.

Y me clava las manos, tío. Qué asco, joder. Lo primero que pensé. Cuándo fue la última vez que esté cabrón se lavaba las manos. Me daba pánico de cojones coger una infección. Las manos, tío, las manos. Me las clavó. Literalmente. Me abrió la piel y fue como si. Como si me agarrara los órganos, yo que sé.

Sí, cáncer. Cáncer de hígado, tío. Una señora me vió tirado en el suelo, sangrando. Llamó a una ambulancia, y aquí estoy. Me han analizado un par de veces, y resulta que tengo cáncer. ¿Que otro análisis por qué? Bueno, tío. No sé tú pero a la gente normal no suele ocurrirles que un yonqui esquizofrénico le hunda los dedos en la carne. Ya, ya sé que lo sabes. El chequeo fue hace dos semanas. Estaba bien tío, ni un puto resfriado. No digamos cáncer de hígado. El médico dice que no, pero yo lo tengo claro. Ese cabrón me lo pegó.

¿Cómo? El cáncer no se contagia, y menos vía cutánea... pero, ¿qué me estás contando, tío? Ese cabrón me dijo que el tenía cáncer, y ahora yo también lo tengo. Me lo contagió y me importa una puta mierda lo que digáis tú y ese jodido matasanos, ¿entendido?

Sí, tío. Una putada. Como encuentre a ese yonqui, lo mato. ¿Que donde está? Y yo que sé.

No, en el hospital no. Le pregunté a la señora. Y a los médicos. Le pregunté hasta al puto doctor loco ese que detuvieron esta mañana por utilizar con todos los pacientes la misma aguja sin esterilizar. Nadie me dijo nada. Había rastros de una sangre que no era la mía, eso seguro. Tuvo que irse corriendo, yo que sé. Pero es imposible, ¿vale? Imposible de cojones. Estaba hecho mierda, tío.

Hecho mierda, joder...

Testimonio de Dennis López Aguado, nacido en 1976 y encontrado muerto en su apartamento el 2 de Junio del año 2004. Se le consideraba sospechoso de participar en los atentados del 11 de Marzo del mismo año en el metro de Madrid. Bajo el frigorífico de la cocina de su apartamento, se encontraron varios kilos de Goma 2-ECO, alto explosivo (de la clase denominada vulgarmente dinamita) de fabricación española para uso industrial (sobre todo en minería) por la Unión Española de Explosivos, S.A. compuesto de nitroglicol, nitrato amónico, nitrocelulosa, ftalato de dibutilo y carbonato cálcico. En las paredes, escrito con sangre, el presunto terrorista había garabateado la siguiente inscripción: "Toma explosión demográfica." El cadáver estaba bañado en sangre, la cual manaba de una herida considerable situada bajo el pecho. Tras serle realizada la autopsia, pudo comprobarse que le había sido seccionada la piel y extraído el hígado. Las pruebas encontradas apuntaban a que fue el propio Dennis quien se lo extrajo con sus propias manos. Tras una búsqueda exhaustiva por parte de la policía científica en el apartamento de Dennis y alrededores, el hígado fue declarado oficialmente extraviado. Jamás fue encontrado en ninguna parte.

19/10/07

Grité hacia afuera porque hacia adentro no podía. No. Ya no. Grité hacia afuera porque lo necesitaba. Gritar. "Levantar la voz más de lo acostumbrado", según el diccionario. Quejarme. Explotar. De una vez. Explotar de una vez por todas.

Si algo no te gusta. Si sientes que te están jodiendo, pues bien. Puedes dejarte. Puedes aguantarlo todo estoicamente o puedes actuar. A veces. A veces ya no queda lugar para la primera opción y actúas. Simplemente. Gritas. Hacia afuera. Y dicho grito revienta el hígado donde resides, y la hipodermis, la dermis y la epidermis se abren como una flor en primavera, salpicando a todo el mundo, y tu anfitrión que profundizaba sobre la "gran mierda que es la teoría del Caos de Ivan Ivanov Bonev", se calla de repente emitiendo un gemido cuasi imperceptible, que se corta como si se lo tragara y abre los ojos como platos. Como un par de jodidos platos. Y cae al suelo. Y todo el mundo chilla, y corre de un lugar a otro, y dice "Juan, llama a una ambulancia, por el amor de Dios", y yo me quedo tranquilo. Porque por primera vez en mi jodida existencia, soy el centro de atención. Porque, ahora al menos, todo el mundo sabe qué opino yo sobre el Progreso tecnoeconómico. Joder. Nadie va a soltar mierda sobre una teoría matemática sobria y acertada sin que yo diga la última palabra. A tomar por culo.

Jódete, tenia. Siempre serás una segundona.

3/10/07

En realidad no es un intento de llamar la atención. No es que intente ser lo más desagradable posible para que me escuchéis. Pero, visto lo visto, es el único modo. La única forma de haceros pensar mínimamente en vuestras vidas y la lógica que las rige.

Eh, tienes cáncer.

Y todo el mundo se horroriza, y empieza a pensar. Y algunos lloran, y otros deciden tomárselo con calma, y otros se hacen terroristas. En fin, hay de todo. Pero al menos deciden coger las riendas de sus vidas, joder.

Eh, vas a morir.

Y todo cambia. Nada vuelve a ser igual, aunque te cures, aunque me exterminen. Volveré a nacer, porque soy Sir, en Inglaterra, y porque gran parte de las cosas que comes o utilizas provocan cáncer. Porque habito en ti mucho antes de que te des cuenta, porque cualquiera de tus células madre está capacitada para convertirse en...

Yo. Nacer. Matar. Reproducirme. Matar. Yo. Nacer. Matar...

Creo que ya lo captas. Sí, vale, te jode.
Pero lo captas.

Entiende que Dios puede darte esperanza, solucionar tus conflictos morales. Pero conmigo tiene poco que ver. Oírte rezar sólo hace que me cabree más. ¿Entiendes? Y cuando me cabreo, me deprimo. Y cuando me deprimo, tengo que alimentarme. Como tú, ya sabes. Quizá se trate sólo de un capricho, pero eso no es asunto mío.

Alimentarme significa matar. Y reproducirme. Y más Yo. Yo, yo, yo, yo y yo...

Ahora puedes odiarme todo lo que quieras. Está bien, piénsalo cuando comas bollería fina. Cuando uses el microondas o el desodorante. Cada vez que comes algo precocinado o enlatado. Piensa en los ultracongelados. Piensa en los conservantes, en los estabilizantes. Piensa en ello cada vez que lees "E-loquesea", en la lista de ingredientes. Ya puedes buscar todos los bultos que quieras en tu cuerpo si vives al lado de una central eléctrica o nuclear. Tu puto teléfono móvil, el Router telefónico o la jodida tarjeta Wi-Fi.

Es como si regaras una semillita. Primero la semillita se introduce en la maceta (tu puto cuerpo por si te has perdido), y luego tú mismo la riegas. Y te la riegan.

¿O vas a decirme que nunca has inhalado el humo de los coches, el humo del tabaco o el de alguna puñetera fábrica?

Venga ya.