16/9/07

La bilis sólo era un pretexto, una excusa. La excretaba, por nariz y boca, la vomitaba de todas las formas posibles, la cagaba y la meaba. Se introducía los dedos en la garganta, las manos, los brazos. Trataba de entenderlo. Trataba de encontrarlo. El comienzo; tanto en el sentido espacial como en el temporal. Pero no podía porque en la vida, las cosas no son así. No iba a resultarle tan fácil, Dios no te regala comprensión y sabiduría. Ni Dios ni nadie estarían ahí para ayudarle a entender que, para que cualquier conocimiento sea deducido, tiene que obtenerse de un sentido basado en la experiencia. Hume tampoco estaba allí, y él lo sabía.

En el suelo, entre lo que podríamos llamar estertores de muerte, reía y lloraba, y se preguntaba dónde y por qué, y gritaba y pataleaba. Tan sólo alguien como yo puede permanecer indiferente ante eso. Tan sólo alguien como yo puede incluso disfrutarlo.

Soy un cáncer, no poseo esa capacidad de vivenciar la manera en que siente otra persona y de compartir sus sentimientos. De hecho, todo eso, me importa una mierda.

Y él reía, y lloraba. Gritaba que dónde y por qué.

3 comentarios:

Bráctea dijo...

De las cosas que más me han gustado escritas por tí. Mola, friki-blogero.

Cuídese

Anónimo dijo...

Vaya temática más repugnante. Y divertida.

Visita nuestro blog:

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Zoby dijo...

Sin duda, un empieze de lo más repulsivo.
¡¡Me ha enganchado al blog totalmente!!